Referencias:
SHIELD 3: Hickman y Weaver, 1.95 euros. Formato comic-book. 24 páginas.
Me encuentro más o menos en la misma situación en la que me encontraba en este momento hace un mes, tras leerme este cómic y tener más o menos una idea de lo que he leído pero sin poder meterlo en un contexto totalmente claro.
Por lo que parece se nos cuenta una historia paralela a lo que sucedió en el segundo número, cuando Leonid y Leonardo da Vinci se conocían y el segundo le revelaba al primero que su intención era cambiar el funcionamiento de SHIELD.
En el tercer número se nos cuenta lo que parece ser una historia de ambición y obtención de poder a toda costa protagonizada por quien parece ser Isaac Newton.
Según he entendido no ha sido ajeno a traiciones y asesinatos para alcanzar su estatus actual por lo que en un principio se le calificaría como villano, lo cual me parece muy atrevido. Jugar tan libremente con personalidades reales y de la talla de científicos como Leonardo, Newton o Galileo (que también aparece en este número como primer maestro de Newton) es un principio muy habitual para acabar metiéndose en camisas de once varas.
Esperemos que me equivoque.
SHIELD 3: Hickman y Weaver, 1.95 euros. Formato comic-book. 24 páginas.
Me encuentro más o menos en la misma situación en la que me encontraba en este momento hace un mes, tras leerme este cómic y tener más o menos una idea de lo que he leído pero sin poder meterlo en un contexto totalmente claro.
Por lo que parece se nos cuenta una historia paralela a lo que sucedió en el segundo número, cuando Leonid y Leonardo da Vinci se conocían y el segundo le revelaba al primero que su intención era cambiar el funcionamiento de SHIELD.
En el tercer número se nos cuenta lo que parece ser una historia de ambición y obtención de poder a toda costa protagonizada por quien parece ser Isaac Newton.
Según he entendido no ha sido ajeno a traiciones y asesinatos para alcanzar su estatus actual por lo que en un principio se le calificaría como villano, lo cual me parece muy atrevido. Jugar tan libremente con personalidades reales y de la talla de científicos como Leonardo, Newton o Galileo (que también aparece en este número como primer maestro de Newton) es un principio muy habitual para acabar metiéndose en camisas de once varas.
Esperemos que me equivoque.
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